Por: Federico Harrison, rector.
En octubre fui parte de la primera delegación de educación superior de El Salvador que realizó una visita oficial a la República Popular China. El grupo estuvo conformado por representantes de nueve universidades, por la Dirección Ejecutiva de la Comisión de Acreditación de la Calidad y por el Director Nacional de Educación Superior. La visita se produjo en el marco del Doctorado en Gestión de la Educación Superior que estamos cursando, y su propósito principal era explorar y establecer los primeros lazos de cooperación con universidades chinas.
La agenda (elaborada por la Embajada de China en El Salvador) incluyó varias actividades en dos ciudades: Beijing y Harbin. En Beijing asistimos al Foro Internacional sobre Educación Superior organizado por la CHINA ASSOCIATION OF HIGHER EDUCATION -CAHE- y a la 20° conferencia trianual de la International Association of University Presidents. También tuvimos la oportunidad de sostener una reunión con la presidenta y la junta directiva de la CAHE, y visitamos el campus del Beijing Institute of Technology 北京理工大学. Durante uno de los eventos, firmé un convenio de colaboración entre la Escuela Mónica Herrera y Sias University .
En Harbin fuimos atendidos por la Harbin Engineering University 哈尔滨工程大学 -HEU-. Ahí, sostuvimos reuniones con sus máximas autoridades y visitamos el campus y sus facultades más importantes. También conocimos el Harbin Institute of Technology, el Instituto de Tecnología Ferroviaria de Harbin, conversamos con las autoridades del Departamento de Educación de la provincia de Heilongjiang y visitamos la fábrica de turbinas del Grupo Harbin Electric.
Fue una agenda cargada de actividades en pocos días, pero que me permitió identificar rasgos de la cultura china sumamente interesantes que podemos incorporar en nuestro quehacer. Los aprendizajes fueron muchos, pero aquí destaco los tres principales:
1. El respeto por la historia
Si bien es bastante conocido el respeto que las culturas orientales profesan por sus antepasados, me llamó poderosamente la atención que algunas de las visitas (dos a universidades y una a una empresa) comenzaron por un tour guiado en su museo. En este recinto se exhibía con gran detalle y esmero la historia de la institución, se reconocía el legado de sus fundadores y se mostraban sus principales contribuciones a la sociedad. Para cada una de estas visitas había un guía encargado de conducirnos por el museo y aclarar todas nuestras dudas.
Destaco esto porque en nuestro país y en nuestras instituciones (¡educativas!) es poco o nulo lo que se documenta y exhibe de nuestras historias. Sin duda, podemos aprender mucho del respeto que tienen los chinos por las ideas y las personas que dieron vida a sus organizaciones.
2. La atención al protocolo y los detalles en cada reunión
En la primera reunión a la que asistimos nos sorprendió que los puestos de cada uno estuvieran asignados y nos pareció un buen detalle ver nuestros nombres escritos en un pequeño rótulo en alfabeto latino y en caracteres chinos. Junto a ese rótulo estaba una copia de la agenda de la reunión, un listado de los participantes, una taza de té, toallitas húmedas y un lapicero. En la siguiente reunión, lo mismo, en la tercera, también. Y así sucesivamente.
Al poco tiempo comprendimos que había una lógica en la designación de los puestos y que para nuestros anfitriones era prioritario tener todo “bajo control”. Esto resultó ser favorable para nosotros también, pues ya sabíamos qué esperar y todo lo que sucedería en cada reunión. Toda esta certidumbre permite tener mayor concentración en los aspectos de fondo de la reunión, como las presentaciones que nos hicieron o los puntos que se discutieron.
La mayor parte de los encuentro finalizaron con un intercambio de regalos (para el que no estábamos del todo preparados). La costumbre es entregar un obsequio de parte de cada delegación. En el caso de los colegas chinos, el regalo solía ser una artesanía o pieza de arte tradicional.
Personalmente, no soy muy dado a las reglas protocolarias, pero debo confesar que me gustaron muchas de las prácticas de nuestros colegas en China.
Una recomendación: ¡hay que ceñirse al protocolo y no salirse del guion o improvisar sobre la marcha, aunque sea con las mejores intenciones!
3. El valor de la hospitalidad
Ciertamente, los latinoamericanos somos hospitalarios y nos gusta atender bien a nuestros visitantes, sin embargo, la atención que recibimos en China superó nuestras expectativas. Algunos de los detalles que vale la pena destacar son: un folleto impreso a colores escrito en chino y en español que contenía la agenda, una reseña de cada lugar que visitamos, e información general de la ciudad; intérpretes de español que nos acompañaron la mayor parte del tiempo; la asignación de un responsable que atendió a nuestra delegación y estaba pendiente de todas nuestras necesidades… y problemas; la asistencia a actividades culturales que nos permitieran conocer un poco mejor sus tradiciones; la planificación de actividades meramente turísticas.
Todo lo anterior podría parecer “lo usual” cuando una delegación visita otro país, sin embargo, era evidente el cuidado que tuvieron para que todo fuera de nuestro agrado. Como visitantes, esto lo valoramos muchísimo.
En resumen, se trató de una experiencia enriquecedora para todos los que participamos. Además de las puertas que se nos abrieron para futuras colaboraciones con universidades y entidades de ese país, aprendimos sobre la cultura china y, por supuesto, tomamos nota de lo que podamos incorporar en nuestro día a día.
Finalmente, quiero agradecer -en nombre de toda la delegación- a la Embajada de la República Popular China y a la Dirección Nacional de Educación Superior por sus gestiones para que esta visita fuera todo un éxito.